Pedro el niño Fresita

Había una vez un niño llamado Pedro a quién le decían Fresita porque el único alimento que consumía era la fresa. 
La mamá lo quería tanto que le daba gusto preparándole su fruta favorita en diferentes menús: al desayuno, jugo de fresa o malteada de fresa y pan de fresa; al almuerzo, tortas de fresa y dulce de fresa; a la cena pie de fresa con malteada y de merienda también hacía postres exquisitos, por supuesto, con la fresa como ingrediente principal.

Un día, al levantarse, Pedro pasó cerca del espejo, no podía creer lo que veía. Frente a él estaba el reflejo de una fresa con pies, manos, boca y cabello como el suyo. Levantó la mano en la que llevaba su cepillo de dientes, que tenía dibujadas algunas fresas, y la imagen en el espejo hizo lo mismo. Sacó la lengua y el reflejo en el espejo también. En ese momento llegó su madre quien al verlo hizo una cara de sorpresa y luego dijo: - Pedro hoy no es día de disfraces, arréglate pronto porque se te hace tarde para el colegio.

Pero mamá – dijo Pedro -  

Sin disculpas. Apúrate – exclamó la madre mientras salía de la habitación. - Pedro caminó hasta el baño y allí muy despacio se asomó al espejo esperando volver a ver su rostro de niño, pero lo que vio fue una fresa grande con cara de angustia.

De pronto recordó las palabras de su abuelo: “Pedro, si solo comes fresas un día de estos te vas a convertir en una, debes comer otras frutas y también verduras…”

Pedro siempre le contestaba: “no, no y no. No me gusta nada más”.

Cuando Pedro salió del baño la mamá ya se había ido para el trabajo. Le había dejado el desayuno servido y una nota que le recordaba salir temprano para el colegio pues tenía su exposición sobre la fruta favorita que como ya sabemos para Pedro era la fresa.

Cuando Pedro entró a la clase sus compañeros y maestra no se asombraron de verlo, por el contrario lo aplaudieron y escucharon con mucha atención. Terminada la clase la maestra le pidió quitarse el disfraz porque seguramente se acaloraba. Él solo pudo decir: “Sí maestra”, llamó a Fernando, su mejor amigo, y le contó lo que le pasaba esperando que le pudiera ayudar. Fernando, sin pensarlo mucho llamó a la maestra y ella dijo: no te preocupes Fresita, toda la clase te ayudará.

Los tres se reunieron con los niños y les contaron lo ocurrido.

¿Cómo podrán ayudar a Fresita a volver a ser un niño de apariencia normal?

Angélica Rico R.